El epigrama en la música del siglo XX

Evento: El epigrama en la música del siglo XIX. Homenaje a Aleksander Fredro.

Intérpretes: Małgorzata Kubala (soprano) y Antonio Narejos (piano).

Organizado por: Société Historique et Littéraire Polonaise.

Lugar y ciudad: Bibliothèque Polonaise de Paris.

Fecha: 1 de diciembre de 2023.

Hace unos días tuve el privilegio de ofrecer en París el concierto Épigramme musicale, un homenaje muy especial al gran escritor polaco Aleksander Fredro (1793–1876), cuya ironía sutil, ingenio y sentido del humor siguen siendo un ejemplo de equilibrio entre inteligencia y ligereza. La idea de este recital nació del deseo de traducir a lenguaje musical el espíritu de sus epigramas: breves, afilados, llenos de vida y de una sonrisa que nunca hiere.

Fredro, al que en Polonia consideramos nuestro Molière, supo observar las costumbres humanas con una mirada tan crítica como compasiva. Sus obras, desde Zemsta (La venganza) hasta sus pequeños epigramas, revelan la elegancia de quien sabe reírse de la vida sin perder el respeto por ella. En Épigramme musicale, quise trasladar esa ironía amable al terreno de la música, seleccionando junto al pianista Antonio Narejos un programa que dialogara con esa estética de lo breve y lo brillante.

Comenzamos con Frédéric Chopin, cuyas melodías polacas (Gdzie lubi, Śliczny chłopiec) poseen una ternura y una picardía que, sin palabras, podrían ser pequeños epigramas en sí mismas. A continuación, las canciones de Manuel García y Pauline Viardot, dos artistas fascinantes a quienes admiro profundamente, nos llevaron al París romántico, donde la gracia vocal y la inteligencia musical se funden con naturalidad.

El bloque dedicado a Stanisław Moniuszko y Stanisław Niewiadomski me permitió reencontrarme con la raíz polaca de mi canto. Polna różyczka, Prząśniczka o Śmieją się złote łany (“Ríen los campos dorados”) son pequeñas joyas en las que la frescura popular convive con una sonrisa poética.

Finalmente, la velada culminó con el brillo teatral de la ópera cómica francesa: el célebre Éclat de rire de Auber y los irresistibles Couplets du cancan y Griserie de Offenbach, donde la risa se convirtió en un verdadero homenaje al espíritu burlón de Fredro.

Tuve el placer de compartir este viaje musical con Antonio Narejos, un pianista de gran sensibilidad y complicidad artística. Su acompañamiento no fue solo soporte, sino diálogo: un juego de miradas, silencios y respiraciones que dieron vida al verdadero sentido de la palabra épigramme.

En este concierto, más que rendir tributo a un autor, quise compartir una experiencia: la de reírnos con el arte, de descubrir que detrás de la ironía hay siempre una ternura profunda. Tal vez por eso Fredro sigue tan vivo. Y tal vez por eso la música, como sus epigramas, puede decir tanto en tan poco.